Sunday, September 19, 2010

Vomito negro


Ayla sufre de dolores de cabeza que la incapacitan como persona. Ella sabe que se produce estos dolores, que con sus pensamientos s neuróticos va dándoles de lactar día a día, madurandolos hasta el vértigo y el vomito. Su medico le ha recomendado unas pastillas rozadas –antidepresivos- “pastillas para no soñar” las llama ella, riendo tristemente mientras corea a un desentonado Sabina.

Toma su pastilla con café por la mañana, guarda sus sueños en el closet           y se pinta una sonrisa falsa con labial rosa. Todo parece perfecto en su vida: el chofer en la puerta, la cartera bajo el brazo, el labial rosa en la boca y el suicidio en la mente; todo parece prescindible.



Gustavo Adolfo Bécquer dijo: “La soledad es muy hermosa, cuando tienes alguien a quien decírselo”.

Monday, September 13, 2010

No dejes que te eliga

¿Qué es lo primero que se debe hacer para bajar de un árbol?

Un día te vas despertar con 93 años encima (hay que ser positivos), con arrugas, pelo en la nariz (si eres hombre), nalgas flácidas, quizás sordos o con una enfermera bonachona que te cuida, quizás con inesperada e improvisada pasión por las plantas y las misas, el alzheimer de visita, tal vez tres nietos rubiecitos y malcriados, algunos con pensiones de lujo, otros con un órgano fallado. Con vida aún -sabiéndote viejo y destartalado; pero por favor prométeme, prometeme que no te vas a despertar sobre un árbol al que no deseaste subir, por que : “Lo primero que se necesita para bajar de un árbol es haber subido a él”

Quizás me escribo este articulo a mi misma sin si quiera saberlo, sin saber del miedo al olvido. El miedo del miedo, que no es el mismo del primer beso, o del examen final, es más sutil, esta ahí pero no lo ves (¡como no nos dieron ojos para ver hacia adentro¡),  un miedito chiquito y rosado, que te recuerdan lo que no estas logrando, un miedo que te invita a quedarte sentado en la rama más cómoda de ese árbol al que te subiste.

Y Confucio (realmente creo que no fue de a puro chispazo que le tocara tamaño apellido, habiendo tantos Juárez y López) dijo, así como quien da un silbido al viendo, mira que fácil lo dijo, creo que sin ser muy conciente pero dijo: “Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida”.

Que lindo, cierto e inspirador… PERO (en psicología dicen que estas 4 letras ordenas tal cual las puse niegan todo lo anterior a ellas), repito PERO -a veces- el trabajo te elige a ti y no al revez(sobretodo en Perú).

Y me doy cuenta de pronto que desde que me contrataron he ido acabándome el agua del vasito -léase mis esperanzas y ganas de comerme al mundo- que comenzó bien lleno y ahora veo medio vacío (bien decían que el pesimista es un optimista con experiencia).

Renuncie.

Voy en busca de otro árbol, quizás un Pino para poder cantar esos villancicos que tanto me gusta cantar cuando no es diciembre.

Saturday, September 11, 2010

"A veces, una tarde cualquiera, la dulzura se instala en las palabras". Martì

Monday, September 06, 2010

Soy una chica que lee a Bukowsky

Alrededor de las guaridas sucias de los solitarios florecen los más bellos jardines. Las más bellas flores quieren llenar de oxigeno sus noches. Pero ese no es el gran enigma. Solo es el orden contradictorio de la naturaleza. La culpabilidad bondadosa que nace de la belleza. Los solitarios viven haciendo florecer jardines en los que nunca descansarán. Flores que no podrán jamás mantener eternamente en sus macetas.

Los solitarios no tienen en los bordes de las ventanas macetas enjaulando la belleza de la flor. La belleza de una flor no es la flor sino la eternidad en la que vive su destino de flor. Los jardines de los gatos solitarios son desiertos cubiertos de agua salada, sembrados de bosques de piedras rugosas.

El enigma es que las flores que florecen en sus manos tienen vuelo corto. Son como los seres que entran a un cine y se aburren después de las primeras escenas. Nadie podría ver la escena final al lado de un gato solitario. Su película no tiene final. Esta llena de miles de hermosos y sorprendentes comienzos. Es como un inmenso libro lleno de primeras páginas.

Blues de un Gato Viejo. Oscar Málagra. Altamente recomendable.

Sunday, September 05, 2010

Carta

Cuando te sientas derecha te duele la espalada, ¿por qué quieren que nos sentemos derechas si eso no contribuye en nada para la solución de problemas mundiales ni de otra índole con similar importancia?. La buena postura es como aprender teorías de señores con 4 apellidos, que les ponen a sus teorías sus nombres y sus cuatro apellidos, así de tedioso pero con un dolor que sube desde el centro de los hombros (que es, en realidad, la mitad superior de la espalda); por eso ya no me siento en el comedor de la casa donde debo estar derecha, prefiero venir a escribirte acá, a mi cuarto, encogidita en las sabanas, llego y las desdoblo para escribirte, por que se que también sufren, todas alisadas esperando sea de noche, lisitas sin poder acurrucarse para dormir, y en su amanecer que es la noche, sienten como se las aplasta arrugándolas lenta y placidamente sin permiso.

Es frágil y húmedo por acá. Llovió poco por horas, es tan triste cuando sucede, como si el cielo no se atreviera, esa lluvia indigna de llamarse como tal, esas gotas veleidosas traen tristeza a la casa, nadie entra al jardín cuando llueve poco por horas, todos salen a sus cuartos.

Victor Alberto sigue afligido, no grita más desde tu partida, espera apacible y como perdido en medio de la montonera de gente (que somos nosotros tratando de animarle). Ayer me dijo con voz suave: “Luisa quiero cantar, pero no se como abrir las orejas para escucharme, quiero cantarme una hermosa canción para dormir, de esas que se escuchan en las pequeñas plazas, pero se me acaba la voz, ya no puedo decir, escuchar más, es como el primer día de clases en una ciudad nueva, siendo un extraño que extraña todo lo que dejó, así es Luisa, así me siento pero con menos voz y más ganas de gritar”.

Y nuevamente sigo aquí echada como ayer cuando comencé esta carta, pero cuando lees esto de que estoy echada ya no lo estaré, o tal vez sí; es tan simple esto del tiempo, no se pero para algunos es confuso, es muy confuso. Vino Rosa, (ayer, no hoy), por eso deje de escribirte, se asombro al verme tendida en las sabanas sin ser la hora para hacerlo, pero hoy no habrán interrupciones, te podré contar todo lo que pediste, ya eche el cerrojo.

Víctor Alberto volvió a preguntar por ti hoy, me contó que ya no sueña con abejas y moscas, cuando me dice cosas como esas se me rompe el alma en mil pedazos irreparablemente desintegrados, pudriéndose en una tina de algún lugar de Dinamarca o Eslovaquia; te extraña tanto que ya no grita en las mañanas, ya no sueña con moscas y abejas, en las tardes parece tratar, pero no, se queda apacible sin lograrlo, y yo con el alma repartida por Eslovaquia y Dinamarca. Sigue la lluvia menguada sin parar de parar.

Tal vez sea mejor que ya no vuelvas, te extrañamos tanto que se nos hizo costumbre.
Ayer- por tercera vez desde que se que ya no vas a volver- te esperé, hoy solo para acabar la carta, no me gustan inconclusas, ni a ti, ni a Victor Alberto que te quiere tanto.

Cariños,
Luisa