Sunday, March 25, 2007

PENA MAXIMA SIN PENA?

Mariana tiene 8 años y mirada asustada. Su tía le dice: “hijita, cuéntale todo a la doctora”. Ella sólo baja los párpados mientras enlaza sus manos. No quiere volver a contar que su papá la violó. Mariana sale del consultorio, pero las cosas fuera de éste siguen igual; pues se estima que 8 de cada 10 casos de abuso sexual tienen como victimario a un miembro del entorno familiar de la víctima y que 6 de cada 10 embarazos en niñas de 11 a 14 años son productos de incesto o violación, según los datos del diario “El Peruano”, de junio del 2002.

Casos como el de Mariana son temas diarios en Perú, frente a esta problemática el señor presidente, Alan García, ha planteado como estrategia para la disminución -y con suerte erradicación del abuso sexual- recurrir a la pena de muerte. La mayoría de peruanos ya dio su opinión y argumentos. La indignación es grande, tan grande como la desinformación respecto al tema.

Declaraciones de la congresista Alcorta, demuestran ignorancia frente a las causas del abuso sexual y una visión reduccionista del tema.“El violador ya sabe perfectamente que si hace un acto como la violación, él sabe que se condena a sí mismo a la pena de muerte”
Es improbable que la pena de muerte intimide a futuros violadores, pues los móviles que llevan a una persona abusar sexualmente de otra se basan más en ejercer poder que en satisfacer una excitación sexual desviada.
Por tanto, la pena capital no llegaría a inhibir las conductas inadecuadas o la patología del abusador, ya que ataca el síntoma pero no el gran trasfondo psicosocial del asunto.

Actualmente no existen investigaciónes que prueben que los índices de violación son menores en los países donde la pena de muerte es aplicada; la experiencia de España muestra que esta sanción no logró que el número de violadores disminuyera, pero si que aumentaran el índice de homicidios. La explicación a este suceso es sencilla: es más difícil acertar con un violador que con un asesino.

Si bien la pena de muerte no reduciría el número de abusos sexuales, los violadores no pueden quedar impunes. Es aquí donde se presenta un problema importante en cuanto a las sanciones. No contamos con un espacio de rehabilitación adecuado, las cárceles se encuentran superpobladas, negligentes y regidas por la ley del más fuerte (poderoso), que tienden a generar un círculo vicioso de delincuentes que no aprenden de sus errores.

De igual forma en Perú -como sabemos- las normas no se cumplen al pie de la letra (por ponerlo poético). Conociendo el gobierno corrupto que tenemos, no cabe duda que un inocente pueda ser acusado y eliminado brutalmente. Estos errores judiciales irreversibles ya han ocurrido en países más organizados que el nuestro, vale correrse el riesgo?

Por estas razones, sugiero al señor presidente que en vez levantar la ira de la población, se encargue de nuestro dañado sistema penitenciaro, de forma que se vuelva “auto sostenible” y el reo no sea una carga económica. Si buscamos venganza Ghandi ya lo dijo: “ojo por ojo, y el mundo acabara ciego”. La sanción es justa y necesaria y para conseguirla se necesita una transformación dramática del sistema penitenciario, y muchos otros cambios sociales.

2 comments:

Anonymous said...

¡Me los cuelgan a todos!!!!!

noah said...

chhhhhhhhaaaaaaaaaassssss!!
escribes monito chanchita! :D
te felicitote!

te apuesto que SOMOS agarra este articulo y lo pone en alguno de sus proximos numeros, te apuesto!!

un beso tonta